sábado, 3 de marzo de 2012

Reconciliación

Como una demostración que casi todos los hechos humanos tienen alguna clase de consecuencias, algunos mudos y otros explícitos, me sucedió hace algunos días, que mi historia de mi pintora amiga Camila y mis pinturas "figurativas", tuvo una secuela inesperada.

Fue un viejo amigo mío, a quién valoro mucho por su agudeza intelectual, su curiosidad y su buen sentido del humor, que me llamó un día al atardecer, para comentarme su reacción a mi historia, y decirme que encontraba entretenida mi experiencia, pero mañosa mi manera de contarla.

Sombras del otoño en Aculeo - Acuarela 70 x 50 cms
Confieso que sus palabras me descolocaron y tuve que tomar aire, pero cuando pude responder a esa crítica y preguntarle a qué se refería, me dijo que aún conociéndome como un tipo que aprecio la ecuanimidad, no me creía que yo pudiera ser tan tolerante como parecía querer aparecer en la historia.

"No te creo -me dijo- Estás haciendo trampa. Debiste ponerla en su lugar a tu amiga, porque descalificar tu pintura por el mero hecho de ser "figurativa", me parece una tontería imperdonable. Todo el mundo reaccionaría a eso". Le pedí que se explicara.

"No te parece que recurrir a ese rectangulito en las cartulina es francamente escandaloso, además de deshonesto?" -me espetó. "Además de deshonesto merecía de parte tuya una reprobación clara". Y Añadió: "No te das cuenta que si todos siguiéramos ese camino tuyo complaciente, los errores nunca se corregirían y los prevaricadores del arte se quedarían, siempre, con la última palabra?" Eso dijo.

Intimidades de Horcón - Acuarela 70 x 50 cms
Felipe, mi amigo -pongámosle Felipe- además de perspicaz y agudo en sus planteamientos, es cada vez que se le da el caso, un irreconciliable defensor de la verdad, es decir, de lo que él piensa que lo es. "Eso -me ha dicho al final de varias de nuestras argumentaciones- aunque estés equivocado al final, hay que defenderlo hasta la muerte". No conoce renuncias en eso. Su honestidad incluye, entonces, la mortalidad, si se da el caso. Un tipo, sin duda, muy difícil de encontrar hoy día, en cualquier latitud.

Nuestras mutuas argumentaciones en torno al tema planteado, fueron tomando cuerpo, crecieron con un va y un viene pletórico de silogismos. Razonaba él que el arte estaba lleno de tipos inseguros que por defender su identidad artística, se colgaban de dogmas, que divulgaban hasta convertirlas en verdades reveladas, que, al final, muy pocos se atrevían a contradecir, sobretodo los que eran legos en la materia, que son la mayoría.

Sin dejarme mucho lugar para contradecirlo, o al menos expresarle mis ideas al respecto, y aparentemente imbuido por una misión de fortalecer mi confianza en lo que hacía, defendió mis pinturas, justamente por lo que tenían de valerosas.

Reflejos en el agua (Malvinas) - Acuarela 60 x 50 cms
Que siguiera trabajando en ello, me decía. Que al final la historia haría el juicio, ya que la identidad con la realidad percibible por los sentidos es lo que el hombre común y corriente, busca y aprueba. Que lo demás solo eran elucubraciones destinadas al olvido de los tiempos.

Le agradecí sus palabras cuya vehemencia bien intencionada ya comenzaban a sobrepasarme, y aparentemente se lo dije con una voz o un tono equívoco, que lo hizo parar en seco.
"Que no estás de acuerdo conmigo", me preguntó. Y como guardé silencio, agregó: "Me estás tomando en pelo?".

Me apresuré en negarlo, pero él no me creyó y sentí, ahora, la dureza de su voz. "Te noto titubeante", me dijo. "Ten claro, entonces, que si cedes a la presión de la opinión pública, te convertirás en complice del arte de basura".

 - Acuarela   ... cms
Ahí entendí que nos separaba algo fundamental, algo consustancial con nuestras naturalezas. Que él creía a ultranza en su convicciones, y que yo, en cambio, tengo un pensamiento distinto que relativiza la verdad, y que tal vez por eso, fui blando con Camila, porque traté de entender sus razones y no la juzgué.

Todas mis argumentaciones que siguieron a ese exabrupto, fueron inútiles. Mis explicaciones, que después de una larga vida como la mía, había llegado a la convicción que todo el mundo tiene la razón, y no la tiene, ambas cosas. Que en el mundo transitaban, no sé, veinte mil millones de personas, y había veinte mil millones de razones, todas originales, y todas iguales. Que, entonces, quien la tenía? Ahí creyó que, en verdad, le estaba tomando el pelo, y se enojó.

Bosquejo en dos colores - Acuarela 48 x 36 cms
Inútiles fueron mis esfuerzos porque entendiera que yo, en verdad, estaba en paz con el mundo. Que había visto tantas argumentaciones y contra-argumentaciones que había aprendido a querer a la humanidad, porque la encontraba divertidamente extraviada y que la amaba por eso. Que cada ser humano en si mismo tenía un alma propia, que había que descubrir y con la cual había que relacionarse. Que había arte para todos, del bueno y del malo, del grande y del chico, y que con eso bastaba, que lo dejaran crear en paz. Lo importante era no descalificar, porque montada sobre las descalificaciones va la discordia que hay en el mundo.

Ahí se terminó nuestro encuentro. Me dijo que yo era un tipo insoportable, que no sabía como argumentar conmigo, y le encontré razón. Que no había "verdad" conmigo.

Entonces yo le pregunté cual era "la verdad". Ahí me miró a los ojos, por primera vez, y yo miré los suyos, y después de un rato asomó una sonrisa en las arrugas de su cara, y vi asomar su sentido del humor, que me gusta tanto, porque es ahí donde están demás las palabras. Terminamos riendo, ambos, y no dijimos nada más, porque ambos entendíamos.

Procesión en bruma - Acuarela 48 x 36 cms